Agencia AJN.- Benjamín Netanyahu reorganizó las operaciones del partido que lidera, el Likud, despidiendo a decenas de trabajadores. El ex primer ministro de Israel considera que perdió las últimas elecciones porque los votantes de su partido se quedaron en casa.
Además, Netanyahu cambió el método de elaboración del presupuesto de las distintas ramas del Likud, pero en los últimos días, decenas de jefes de rama se dirigieron al líder de la oposición y le advirtieron que «si la situación continúa así, nos enfrentaremos al fracaso», según el canal de noticias israelí N12.
Esta vez, el Likud construyó su estructura de campo de forma diferente. Netanyahu nombró a Yossi Sheli, ex embajador de Israel en Brasil, que no es miembro de la Knesset (Parlamento), para dirigir las operaciones de campo.
A medida que se acercan las elecciones del 1º noviembre, casi no hay transferencia de votos entre los bloques. Por lo tanto, en ambos lados se entiende que el trabajo de campo es fundamental, y que es allí donde se ganarán las elecciones.
En los últimos días, Netanyahu celebró reuniones hasta altas horas de la noche para tratar el tema, en un intento de reorganizar la estructura de las operaciones sobre el terreno y establecer una especie de sede alternativa.
El Likud despidió a decenas de trabajadores que operan desde las «Likudiot», que distribuyen el material de campaña, y los activistas que van «puerta a puerta» fueron reducidos en más de un 50% y sólo operarán el día de las elecciones, según una declaración del Likud.
Elecciones en Israel.
Según una encuesta realizada por el Panel Politics para Maariv la semana pasada, el bloque de Netanyahu recibiría 59 escaños y el del primer ministro Lapid 57.
A falta de tres semanas para las elecciones, el Likud y Netanyahu, su líder durante dos décadas, intentan devolver al poder al mayor partido de Israel y a sus aliados religiosos de derechas argumentando que ninguna otra alternativa puede formar una coalición, especialmente sin los partidos árabes.
Para formar gobierno en Israel es necesario obtener, al menos, más de la mitad de las bancas, es decir, 61 escaños como mínimo. En el caso de que esto no ocurra, al partido que recibe la mayor cantidad de votos y por ende de bancas se le da prioridad para intentar formar gobierno.
Pero al no tener mayoría propia este partido debe negociar con otros bloques y formar una coalición con dos, tres o más fuerzas políticas, lo que hace difícil gobernar por el multipartidismo, la ideología antagonista entre las partes y los intereses, muchas veces, opuestos, algo que los israelíes tienen claro y por eso tendrán elecciones por quinta vez en dos años.