Agencia AJN.- Miles de participantes en una marcha por los derechos de la mujer en Bnei Brak recorren una arteria de tráfico de la ciudad predominantemente haredí (ultra ortodoxa), provocando cierta hostilidad pero también hospitalidad.
Los manifestantes, muchos de ellos enarbolando banderas israelíes, se reúnen en torno a un podio de oradores frente al Instituto Mor, en la calle Jabotinsky, que conecta Bnei Brak -una ciudad ubicada a 6 kilómetros de Tel Aviv- con Ramat Gan.
La policía interrumpió varios enfrentamientos, la mayoría entre hombres no haredíes, y los primeros en llegar a la concentración.
La manifestación, organizada conjuntamente por varios grupos de defensa de los derechos de la mujer y grupos que protestan contra la reforma judicial, es una reacción a los múltiples casos denunciados en las últimas semanas de exclusión y acoso de mujeres que supuestamente no se ajustaban a los requisitos religiosos de modestia y conducta, según los organizadores.
Durante el verano israelí se documentaron varios casos de mujeres a las que se negó el servicio o se discriminó dentro de los colectivos públicos.
«Venimos a protestar contra el intento del gobierno, en cooperación con los dirigentes haredíes, de hacer a Israel menos liberal, menos igualitario para las mujeres», afirmó Amit Aharon, de la organización Pink Front.
Unos cientos de hombres y mujeres haredíes observaron la concentración, que comenzó con una marcha desde el estadio de Ramat Gan, e incluso algunos de ellos conversaron con los organizadores y los participantes de la protesta.
.
«No se trata de derechos humanos, sino de ser valientes contra los haredim», aseguró a un manifestante Oz Kostika, profesional de la educación especial de 27 años.
«Sabes que aquí no te pasará nada, pero si vas a un pueblo árabe y opones a la opresión y el asesinato de mujeres allí, te tirarán piedras», agregó.
Inbal Bar-Sela, de 57 años, viajó desde Haifa a Bnei Brak (95 kilómetros) «para mostrar solidaridad con todas las mujeres».
«Esto incluye a las mujeres haredíes, algunas de las cuales, incluida una mujer que conozco personalmente, no pueden conducir o sufrirán consecuencias sociales. Sus hijos no entrarán en buenas yeshivas (escuelas de estudio religioso). No es justo y voy a oponerme» añadió Bar-Sela.
Dana Bezalel, una mujer haredí, instaló lo que ella llama un puesto de bienvenida cerca del punto de concentración, sirviendo a los manifestantes botellas de agua y pulseras con las palabras «ama a tu prójimo». Bezalel explicó que se trata de un intento de diálogo.
«Vinieron aquí para expresar su opinión. Quiero darles la bienvenida a esta ciudad y escuchar todo lo que tengan que decir y decirles en qué creo que se equivocan. Pero también quiero decirles que, debido al sentimiento anti-haredí en los medios de comunicación, yo, como mujer haredí de 34 años, tengo más miedo de sufrir acoso y ser atacada cuando paseo por la avenida Rothchild de Tel Aviv que en Bnei Brak», advirtió Bezalel.